lunes, 28 de septiembre de 2009

Taller de Literatura Creativa "Adela Zamudio"

A continuación, les ofrezco los textos que he producido dentro de las actividades del Taller de Literatura Creativa "Adela Zamudio" que he co-dirigido con Carlos Arce Moreno en la biblioteca del Centro de Desarrollo Integral para Adolescentes y Jóvenes de la zona sur de Cochabamba, Bolivia, como resultado de mi participación en el Programa Jóvenes Cooperantes de Castilla-La Mancha 2009. Para más información y textos del taller, les invito a conocer el blog de la biblioteca y del Club de Lectura de la misma, en la dirección www.bibliotecacedipaj.blogspot.com


SERAFÍN CON SU PAREJA (Actividad: Escritura de un cuento a partir de la visualización de un persona, un paisaje y una fecha)

Serafín, tienes las piernas cortas, las extremidades breves como un instante de carne. Serafín. Eres menudo como una gota de rocío, minúsculo como una be chica, regordete como un garbanzo. Cuántas comparaciones te vuelven incomparable, Serafín, eres único. Único porque tienes un solo cuerpo, una mente sola que te apabulla en los días de miedo y te exaspera en las noches de rabia. Eres único porque eres un individuo que posees cosas que son sólo tuyas: tus años, tus complejos, tu destino, tu suerte, tus noches en vela, tus tardes de soledad salvaje y mansa compañía. Tu idiosincrasia, Serafín, qué exclusividad tan tuya.
Este bosque es tuyo porque tú lo conoces y las cosas que conoces te poseen y vos posees aquello que conoces: posees tu nombre, lo que recitas y sientes de memoria… Estas hojas conocen tus defectos, Serafín, tus pies, tus puños, tu capa triste de bufón doliente. Este bosque sabe que eres ridículo, motivo de burla y carcajada inhóspita.
Pero en 1939 las cosas han cambiado. Estamos ya después de Cristo y después de Cristo las eras cambian y los gustos desesperan: Déjala Serafín ella ya no te quiere. Odia tu bigote moldeado y esa sonrisa que finges con una mueca. Odia el tacto de tus manos, tu lengua pegajosa que la tortura a besos. No sois de la misma calaña, no compartís ADN, tan sólo el aliento que abandona en ti como una limosna. Te repugna, Serafín, te repudia como a un hijo malnacido, como a un minidiablo te maldice.
Y por eso, porque la maltratas contra su voluntad animal de ser amada por un ser que la entienda, porque la privas de encontrar un alma lanuda que en ella y sólo en ella su especie perpetúe, porque la haces sufrir y te odia a conciencia, te repite insistente el mismo rechazo, el mismo grito que te duele en el fondo de tu enana miseria. Recuerda, Serafín, que a buen entendedor pocas palabras le cuesta entender que este ser no te ama. Cuántas noches, sometida, no te repitió esta letanía, sus gritos incontestables de fiera insatisfecha. Te lo ha dicho, Serafín, y su decisión no respetas. Oye cómo te rechaza, oye su palabra eterna: “¡Beeeeeeeeeeeeeeeee!”

COCHABAMBA, 16 DE SEPTIEMBRE DE 2009 (Actividad: Redacción de una carta a uno mismo, inspirado en una foto de su infancia)

Odiado vos:

Escribirte era lo último que deseaba hacer en esta vida, pero he encontrado tu foto y no me has dejado más remedio. He gritado al ver tu rostro, tu cuerpecito de niño menudo, tu amago de llanto intempestivo, tan a punto de desbocarse. Qué inocente este tú tan niño, qué insignificante, con el cabello invertido, qué pelucón horrible, por qué finges ya de tan pequeño, qué pose amasculinada, toda la vida posando, fingiéndote un niño que no eres.
He visto tu foto y he echado a correr. He corrido durante horas y me has perseguido hasta la cocina, hasta el baño, te has adueñado de la otra parte del espejo, sé que has usado mi ropa, te has hecho notar en la mente de mis conocidos, que te desconocen y te reconocen como si fueras yo mismo. Has venido tras de mí con tal fuerza, con lo menudo que eres tanto corres, me has agarrado de las piernas y me has hecho caer, en ese ímpetu juguetón que detesto en los niños, molesto, irreverente, insolente, inoportuno, mocoso.
Me has hecho caer y me has abrazado. ¡¿Quién te manda hacer tal cosa?! ¿Cómo osas a abrazarme así, sin pedir permiso? Sin rogar, me has besado en la mejilla, con lo que odio semejante atrevimiento.
Y por eso te escribo, porque cuando yo te odio tú me besas y cuando tú me odias yo te beso, porque ese niño complementario mi senectud prematura acelera, y este viejo antes de tiempo que me vive impedirá año tras año que mi juventud se muera. He abrazado tu foto y te he besado con cariño, pues necesito odiarte para quererme, odiarme para quererte, odiarte para quererte y odiarme para quererme.
Estimado vos, gracias por vivir en mí y permitirme escribirte esta carta incoherente.
Te amo con locura, un beso enorme.

"SIN HUELLAS NO HAY DINERO", DIJO UN BANCO A UN HOMBRE SIN BRAZOS (Redacción de una noticia a partir de un titular inusual)

“¿Brazos para qué queremos, si tenemos alas para volar?” reza el cartel en el puerto de la capital de Armless Island, una isla perdida en el desierto acuático del Océano Pacífico. En ella, sus habitantes, fruto de una macabra e inexplicable mutación, nacen sin las extremidades superiores, es decir, vienen al mundo sin brazos, hombros ni manos.
Hasta hace unas semanas, para esta tribu indígena, que ha desarrollado las más hábiles e ingeniosas técnicas de recolección de frutos y caza de animales, la banca completamente desconocida, hasta que el banco británico The Whole Body Bank arribó a la isla con promesas de préstamos hipotecarios, planes de ahorro, fondos de inversión, tipos de interés, fondos de pensiones y plazos fijos. Los habitantes de Armless Island, que durante siglos se habían mantenido ajenos a los avatares de la banca y las finanzas quedaron atónitos ante semejantes prestaciones, servicios y ofertas tan rentables. “Todos depositamos nuestros ahorros, tras convertir todas nuestras riquezas en dinero —inexistente hasta entonces en la isla— en el The Whole Body Bank. Eran tan tentadoras sus ofertas”, afirma un afectado.
Meses más tarde, Peter Armless Junior se dirigió al banco para solicitar un préstamo, con el objetivo era comprar una barca que le ayudase en sus labores de pesca. Fue entonces que los funcionarios de la sucursal, que abandonaban velozmente la isla en una potente lancha motorizada, gritaron desde lejos: “Sin huellas no hay dinero”. Así sentenció el banco feroz al hombre, atónito y sin brazos, tan indefenso.

No hay comentarios: