No haré el amor contigo. Lo nuestro
será sexo silvestre, con mosquitos
de por medio, con tierra
en el paladar, seca y con espinas reflectantes
la agricultura ecológica de nuestro encuentro.
Así será.
Nada de caricias
o miradas profundas.
Sólo cultivo biológico. Fuera
insecticidas, herbicidas, fungicidas
y acuerdos. Nada de confesiones
ni historial amoroso.
Sólo tierra, sólo arena, sólo piedras,
sólo agropecuaria de dos silencios
que se lamentan por no haber nacido antes
o muerto más tarde
para tener más tiempo
de labrarse la espalda,
reforestarse por dentro
en el runrún inconsciente de lo nuevo,
lo que atrae por misterioso. Por desconocido
te mereces tantas rústicas incógnitas,
tantos vericuetos,
tantos laberintos rudimentarios y obscenos.
Pero nada de amor. Sólo sexo,
pues esos labios habrá que cosecharlos,
deglutirlos, martillarlos
con la cruel necesidad de los secretos.
No puedo soñar contigo y eso duele a rabiar.
Duelen a rabiar los paraísos perdidos,
la constelación confusa en que no penetraremos.
Indómito ser, viva tu alma
en que no volaré
hacia el más profundo gemido del universo.
viernes, 28 de mayo de 2010
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