martes, 5 de junio de 2012
Muerte de una perdiz (receta)
Plumas, arráncate plumas, intimidades
átate, envuélvete en polvo,
sal que no falte.
Cubre tu cama de un líquido inflamable,
resígnate, con este agua voy a ahogarte,
hiérvete, te quemará hasta el aire,
sal a la sartén, échate un baile
Con el ajo y el laurel,
la presión está que arde,
mírate, sin pimienta no eres nadie.
Honrarás tu cebolla y tu vinagre.
Ven, perdiz,
tú aliméntame y no hables.
Sólo yo sé devorarte.
Fuego, qué lento el fuego
pa cocinarte,
mata quien eres por dentro,
muerde tu carne.
Tierna y sabrosa, pues, el diente voy a hincarte.
No eres más que riqueza en cuerpo de ave.
Entrégame tu sabor y propiedades.
Dí adiós! sólo te queda un instante...
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Me asalta la duda.
Me asalta la duda.
Me deja sin blanca, me amenaza
con una faca, me desordena
el pensamiento y no se lleva nada,
todo lo deja deturpado por el piso,
todo revirándose como una tormenta sobre la tierra
que cerebro y pensamiento enredan,
revolviendo su sustento.
Me asalta, me dice: “dámelo todo”,
y yo tan sólo me quedo en eso, en la duda,
en el no salgo corriendo ni encaro al asaltante
—aunque el asaltante se vista de seda, duda se queda—.,
en el empiezo a dar pero no muevo el brazo,
en el llévatelo todo pero la boca sólo tiembla.
La duda me asalta, y se va corriendo,
rauda y veloz, avestruz de las tinieblas,
maldita duda cobarde
que ni un minuto tan sólo de mi vida no entreveras.
viernes, 15 de octubre de 2010
con el músculo, con los brazos abiertos
¿Qué sería, ¡ay de mí!,
sin este preciado reloj
adquirido cuando comenzó a contar el tiempo
y los vientres aún no significaban?
Suavizaban las mejillas y los horizontes
sin mayores pretensiones,
sin excitación ni miembro duro.
Este reloj puede ser otros.
Éste lo compré hace poco,
cuando aquello que parecía futuro
se mostró como un presente palpitante
pestañeando abundantes días de sol
en medio de la tormenta.
¡Pequeño reloj que vienes del Paraguay
pero antes de la China en cajas amontonadas
con tantos tus hermanos polizones…!
Y llegas a nosotros a imponernos
tus doce números arábigos,
tus peldaños que escalan segundo a segundo
el sudor del minuto.
La aguja menea eternamente su cintura
dulce, se desmiembra en la hora
que con saliva ingiere,
ya marchita,
avanzando un paso más hacia la muerte,
un gateo más vivos
hacia alguna suerte de conocimiento,
celebrando,
como un orgasmo desorbitado,
un berrido más alto de animal
de la juventud y la experiencia.
Doy las gracias
con los brazos abiertos
por el placer de llegar más dentro
de palpar con el músculo
de todo lo amado su máxima esencia.
Florianópolis, 14/10/2010.
martes, 7 de septiembre de 2010
De que são feitas as línguas?
De que são feitas as línguas?
De una ciencia profunda que degusta
cavernas intestinales, prehistorias
de sudor y carne prieta, masas amorfas,
ontologías del orgasmo y la saliva.
La lengua, amigos míos,
no se encuentra en los libros, se encuentra
en las bocas de dientes húmedos
y besos afilados, en los labios
de quienes besan la lectura sin la fricción
genital del ego, de quienes no se regocijan
en el poder de una inteligencia
vertida al suelo infértil como semen seco.
¿De qué están hechas las lenguas, señores
filósofos?
De potencialidad exponencial
de besos, de latigazos sinceros de excitación
y belleza, de pelos retirados
como flores emergentes de la sobria resaca
y el recuerdo ebrio.
De la heurística de morder pieles suaves
en desconocidos honestos, de la epistemología
pura de abundante sexo, de la pereza salvaje
que erradica la ignorancia, del placer sincero
del silencio, de la hipocresía inútil de hablar
ante el miedo de besar con todo el alma,
por los siglos de los siglos,
esa lengua palpitante que construye el universo.
Florianópolis, clase de Linguística Geral, 07/04/2010
Spanish educational video by Academia Isla
viernes, 28 de mayo de 2010
No sabía que horadases por aquí
No sabía que horadases por aquí,
que este mi porvenir fuera tu cauce, que tu caudal
persiguiera la sequía de mi cuerpo,
tan ávido de descubrimientos, tan sediento
de barro, con tan turbias inquietudes.
No lo sabía.
Que en un pasado acuático, a nuestro alrededor,
abrazos para beberte el ingenio destruyera.
Existo por ti, ocho de cada diez miserias
de mi cuerpo te pertenecen, ocho de cada diez
húmedos placeres que me drenan.
Y no sabía que por dentro de mí
tus meandros sibilantes alimentaran caracoles,
tortugas de tierra, cocodrilos,
elefantes, libélulas y proxenetas,
murciélagos que por ti pierden la garganta
y la cabeza, moluscos y reptiles
que por la transparencia clarividente
de tus olas se aceleran.
Te quiero —¿Agua te llamabas?—:
Te pertenece la sed que me alimenta,
la sed que por el odio conseguirá algún día
que todos los tragos que has de dar al mundo
emanen como veneno
de la humanidad inalienable de una sola lengua.
Lamo tu manantial y tu desembocadura,
tus remolinos y laberintos que nadie ve
pero retruenan
—si la suerte suena, sueños lleva…—,
tus grutas desorbitadas donde todo es frío
y el viento llueve contigo, reivindicando a mares
la perfección insaciable de la naturaleza.
No haré el amor contigo
será sexo silvestre, con mosquitos
de por medio, con tierra
en el paladar, seca y con espinas reflectantes
la agricultura ecológica de nuestro encuentro.
Así será.
Nada de caricias
o miradas profundas.
Sólo cultivo biológico. Fuera
insecticidas, herbicidas, fungicidas
y acuerdos. Nada de confesiones
ni historial amoroso.
Sólo tierra, sólo arena, sólo piedras,
sólo agropecuaria de dos silencios
que se lamentan por no haber nacido antes
o muerto más tarde
para tener más tiempo
de labrarse la espalda,
reforestarse por dentro
en el runrún inconsciente de lo nuevo,
lo que atrae por misterioso. Por desconocido
te mereces tantas rústicas incógnitas,
tantos vericuetos,
tantos laberintos rudimentarios y obscenos.
Pero nada de amor. Sólo sexo,
pues esos labios habrá que cosecharlos,
deglutirlos, martillarlos
con la cruel necesidad de los secretos.
No puedo soñar contigo y eso duele a rabiar.
Duelen a rabiar los paraísos perdidos,
la constelación confusa en que no penetraremos.
Indómito ser, viva tu alma
en que no volaré
hacia el más profundo gemido del universo.